lunes, 19 de mayo de 2008

JINAMAR

Hablar de los orígenes de Jinámar se hace bastante complicado, debido a que los datos anteriores a la Conquista de la Isla son sólo aproximaciones y no realidades fundamentadas, pero podemos aventurarnos a explicitar algunas referencias del lugar.

En cuanto al nombre del lugar, a su topónimo, hay que decir que posiblemente sea un vocablo aborigen muy extendido, porque también en la isla de Fuerteventura encontramos el lugar de Ginijinámar, lo que me lleva a pensar que pudiera tener relación con el sitio, relacionado con barranco de palmeras, posiblemente. ¿En qué me baso para dar esta hipótesis?, pues en que el vocablo “amar” aparece también en el de Tamaraceite y éste, parece ser que está relacionado con zona poblada de palmeras. Además a la llegada de los mallorquines primero y los castellanos después, se encontraron con el barranco de Jinámar, que era una zona rica en palmeras, y que afortunadamente nos queda actualmente un vestigio de lo que fue aquel inmenso bosque de palmeras y olivos silvestres.

Corría el año 1360 cuando se tiene noticia de un desembarco por el Puerto de Gando, internándose aquellos mallorquines y aragoneses en aquellas desconocidas tierras, poniéndose a la defensiva los teldenses y agüimenses, para posteriormente hacer un furioso ataque que produjo muchos heridos y muertos en los europeos, rindiéndose el resto, entre los que se encontraban cinco sacerdotes franciscanos. Durante los primeros años de cautiverio se les atendió humanamente pero pasado el tiempo, al parecer, surgieron problemas lo que llevó a que se les condenara a muerte a todos los extranjeros. Según las noticias que se tienen, los canarios respetaban en mayor medida a los religiosos franciscanos, y es por ello que les concedieron cierta diferencia en cuanto al suplicio al que fueron condenados, pudiendo ser que se les diera la opción de escapar para luego ser perseguidos, o bien se les condenó a otro tipo de muerte, lo cierto es que se nos dice[1]: “ Hay en el término de Jinámar, camino de Telde y media legua distante de la costa del mar, una caverna o abismo profundo, cuyo paradero se ignoraba. Precipitáronlos en ella y como, pasados algunos días, aparecieron parte de sus vestidos en el mar inmediato, conocieron entonces que éste se comunicaba con aquellas cavernas inferiores. Cuando se considera esta crueldad de los isleños para con unos huéspedes que les habían plantado muchos higuerales, fabricándoles casas cubiertas de madera labrada…erigiendo dos pequeñas ermitas de piedra seca, donde colocaron algunas santas imágenes…”

Mi opinión, llevado a ella debido a lo confuso de los textos, es que si la Sima de Jinámar, como parece estar estudiado, nunca tuvo salida al mar, los canarios encargados de llevar a efecto la ejecución, permitieron la huida de los franciscanos, y para demostrar que habían ejecutado la sentencia cogieron sus ropas y las lanzaron al mar, en señal de que la sentencia se había llevado a efecto. También pienso que una de aquellas dos ermitas, rodeada de un frondoso palmeral, higueras y olivos, sería la primitiva de Jinámar, la de la Concepción, pues en los primeros momentos de la conquista esta ermita estaba ya edificada desde hacía mucho tiempo, cosa lógica si nos atenemos a ese texto que nos narra las experiencias de los franciscanos en la zona , ya desde el siglo XIV.

Jinámar fue siempre un lugar de paso, en el que se construyeron unas pocas viviendas, en aquellos primeros momentos de la conquista, alineadas a ambos lados del camino de bestias que unía Las Palmas con Telde. Siguió siendo lugar de paso y aún en el año 1966 se nos decía[2]: “Llegando a las arenas negras de La Laja, hasta alcanzar la cornisa que domina la profunda ensenada de la Mar Fea. Desde más alto aún, divisamos el valle de Marzagán, paisaje bíblico, con las viejas higueras retorcidas y el disperso caserío. Vemos el complejo de los últimos volcanes…entre la serie de conos sucesivos destaca el de Jinámar, que es un cráter profundo, sin fin, según creencia extendida, porque se dice que se comunica con la Mar Fea. De esta posible comunicación con el mar se hace también eco el novelista Julio Verne, al elegir como refugio de su Nautilus el fondo de un cráter que sitúa en las Islas Canarias.”

Otra anécdota[3] relacionada con esta zona data del año 1393, en donde un tripulante de un buque castellano que había desembarcado en el lugar, formando parte de las tropas que se dirigían a Jinámar, llegó a encontrarse solo y rodeado de canarios por lo que no vaciló en lanzarse desde unas altas rocas a las aguas, para poder así alcanzar sus naves que fondeaban en la bahía, de ahí viene el nombre del lugar denominado desde aquel entonces “El salto del castellano”.

En el referido año 1966 Jinámar era un amplio caserío, situado en lo que eran los dominios de la Casa Condal de la Vega Grande de Guadalupe. También se nos describe la ermita[4], dándosenos una serie de datos que, posiblemente, el autor no contrastó debidamente: “ es de patronazgo de los condes y fue por ellos edificada. Se abre la ermita ante una ancha plaza, de gran sabor canario, cerrada por unos muros de almenas moriscas. En esta plaza se celebran festejos populares el día de la Inmaculada, fiesta que se llama de las naranjas y de las cañas dulces por ser los presentes preferidos de los romeros al regresar a sus hogares.”

El Ministerio de Instrucción Pública de España, en el año 1876, encargó una misión científica en las Canarias al famoso antropólogo[5] francés Rene Verneau, que en los años que pasó en las Islas apenas vivió en las ciudades, y fruto de ello es que este personaje, tan relacionado con el Museo Canario por sus estudios sobre sus colecciones antropológicas, residió en esta zona de Jinámar, aunque mejor es leer lo que él escribió de su puño y letra[6]: “ El paisaje se vuelve rápidamente de una gran tristeza. Las corrientes de lava, las montañas con sus laderas sombrías y cubiertas en parte por una arena volcánica gruesa, totalmente negra, se muestra por todos lados. Sin embargo, se atraviesa un valle completamente sembrado de higueras y tuneras, y de muchas casas: es Jinámar. En el mismo valle y un poco más arriba se encuentra Marzagán, con sus caleras y sus canteras de mármol. Finalmente, en la cima de una montaña de unos 350 metros de altitud se ve, en medio de un bosque de olivos, palmeras e innumerables higueras, una gran casa blanca. Es el Lomo del Capón, mi residencia de 1884 a 1887”.

También nos hizo el mismo personaje una reseña de las plantas que se encontraban cerca de la costa y destacaba: cinerarias, crisantemos y perejil de mar (Critmum maritimum)[7].

El tema de la Sima de Jinámar, ya tratado, necesita un apartado especial, aunque para comenzar, pudiéramos recomendar, meramente como curiosidad, la lectura de la novela “Sima Jinámar” de José Luis Morales[8], que hace una referencia novelada a los sucesos que se dieron en este lugar en tiempos de la Guerra Civil Española, en donde se reseñan los violentos hechos de la muerte de los republicanos que fueron asesinados, arrojándoles por la mencionada boca volcánica.

Desde el punto de vista científico, la Sima de Jinámar se trata de una profunda cavidad semejante a la de las Cuevas del Diablo, en Lanzarote. Es una chimenea volcánica que se vació al terminar la erupción y bajar la columna magmática, antes que se solidificaran las paredes de la oquedad producida, por el que salió, para finalizar el proceso, abundante agua caliente, a modo de géiser. Con el paso del tiempo el fondo de la Sima quedó cubierta por el vertido de callaos de barranco. Las paredes están formadas por un aglomerado fonolítico en sus partes más interiores, y por escorias volcánicas las más cercanas a la boca[9].

En la zona costera encontramos la Playa de Jinámar o también llamada de Bocabarranco, que viene a ser la salida natural al mar del Barranco de Las Goteras. Desde el punto de vista geomorfológico se destacan dos roques de escasa altitud, conocidos como Los Peñascos, que son los restos de los brazos de lavas que llegaron al mar, siendo destruidos con la erosión producida por el oleaje. Desde el punto de vista biológico es el ecosistema más interesante de todo el litoral teldense y desde el arqueológico, podemos encontrar unos degradados restos de un poblado aborigen, concretamente del denominado La Restinga, que ya desde hace muchos años demanda un plan urgente para llevar a cabo su recuperación, pero mucho me temo que se pueda llegar demasiado tarde. Bocabarranco es una playa formada por arena gris y grava, relacionados con bloques y cantos basálticos, fonolitas y tetritas del Mioceno, tratándose a su vez de una playa formada por acumulaciones sedimentarias relativamente inestables, debido a su suave pendiente[10].

El relieve volcánico de Jinámar está enclavado en lo que Alex Hansen, en el año 1987, denominó la Agrupación de Bandama, que estaba constituida por: Monte Lentiscal, Montaña de Tafira, Pico y Caldera de Bandama, Montaña de Jinámar, Montaña Rajada, Sima de Jinámar, Montaña Cuesta de las Gallinas, Montaña del Gallego y Montaña de Las Palmas[11].

Las plantas más interesantes de toda la zona, además de las ya reflejadas y de las típicas de las zonas bajas: Zigophyllum fontanesii[12], Crithmum maritimum[13], Astydamia latifolia[14] y de medianía: veroles, tabaibales (euphorbias) …, son las poblaciones de Lotus que se dan en las zonas de costa, en concreto en la Playa de Bocabarranco: la Lotus Kunkelii y la Lotus Leptophyllus.

En cuanto a la Lotus Kunkelii, hay que decir que entre los años 1958 y 1965 se podía ver en las zonas de arena que iban desde Gando a Jinámar[15], pero el fenómeno de urbanización, y las extracciones de arena llevaron a que en el momento actual se le encuentre en una pequeña zona de Bocabarranco. Es una planta rastrera que vive entre los 15 y los 20 metros de altitud, viviendo sobre la arena y los sedimentos eólicos de la costa. Sus hojas son carnosas y florece en invierno y primavera, aunque en algunas plantas se puede ver su floración hasta el mes de julio. Sacarla de su entorno es imposible porque no se ha logrado su desarrollo fuera del arenal. La localidad en donde vive se encuentra dentro de los espacios denominados sitios de interés científico y además protegida por la Ley de Espacios Naturales de Canarias, pero pese a ello la hemos visto desaparecer, aunque la bonanza de uno de los inviernos pasados hizo que brotara de nuevo, superando las ingentes cantidades de tierras y escombros que las taparon en su momento. Después de fracasar su cultivo en el Jardín Botánico Viera y Clavijo, actualmente se intenta su recuperación a través de la fecundación “in vitro”.

En cuanto a la Lotus Leptophyllus, también se encuentra muy amenazada por las extracciones de arena y por las urbanizaciones de las zonas de costa. Se puede ver aún en Melenara, Jinámar, Tufia, Gando, Arinaga y la Cuesta de Silva. Vive entre los 5 y los 100 metros de altitud, reproduciéndose por semillas y floreciendo en la primavera. También presenta grandes dificultades para conseguir su multiplicación fuera de sus lugares habituales.

En cuanto a la fauna del lugar, no hay nada especial ni específica, se pueden observar: abubillas, búhos chicos, lechuzas, erizos, cernícalos… Con respecto a estos últimos hay que decir que se han adaptado a las terribles transformaciones que el hombre ha hecho de su hábitat, sustituyendo parte del palmeral por bloques de cemento, y es en esas construcciones, concretamente en sus balcones, es donde a veces anidan, siempre y cuando tengan la suerte de encontrar una mano amiga que comprenda que podemos poner nuestro granito de arena en la conservación y protección de nuestro entorno.

Para terminar, con este pequeño trabajo he intentado hacer una pequeñísima aportación a la historia de este lugar, que tanto ha significado para mí, no sólo en el plano profesional sino también en el humano.

[1] Noticias de la historia de Canarias.. Joseph de Viera y Clavijo. Tomo l, edición de Dr. Alejandro Cioranescu. Cupsa Editorial, pág. 115.. Madrid 1978.

[2] Gran Canaria, Fuerteventura, Lanzarote. Claudio de la Torre.. pág. 294- 295. Barcelona 1966.

[3] Ibidem.

[4] Ibidem. Pág. 298.

[5] Memorias de un hijo del siglo. Juan Rodríguez Doreste. Pág. 121-122. Madrid 1988.

[6] Inco años de estancia en las Islas Canarias. Rene Verneau.Pág. 178. Madrid 1981

[7] Ibidem.

[8] Sima Jinámar. José Luis Morales. Ed. De la Torre.. Madrid 1977.

[9] Los volcanes de las Islas Canarias. Vicente Araña y Juan C, Carracedo. Pág. 44. Madrid 1978.

[10] Geomorfología del litoral de Telde. Rita Gómez Balader. Pág. 46-50-56- Ayuntamiento de Telde .

[11] El relieve de Gran Canaria. Antonio Santana Santana y Agustín Naranjo Cigala. Pág. 35. Las Palmas de Gran Canaria 1992.

[12] Ver lámina y datos de esta planta en Flora canaria. Caja Insular de Ahorros. Pág. 96. Las Palmas de GranCanaria 1983.

[13] Ibídem. Pág. 26.

[14] Ibídem. Pág. 17.

[15] Libro Rojo de especies vegetales amenazadas de las Islas Canarias. C. Gómez Campo y otros colaboradores. Pág. 414-417.Las Palmas de Gran canaria 1996.

Consejería de Educación del G. Canaria

EL CHISTE DEL DIA

Como se dice no entiendo nada en Japones? Pues Nintendo.

viernes, 2 de mayo de 2008

El Pasodoble “Islas Canarias”

El Pasodoble “Islas Canarias”

No, no es nuestra sección para el recuerdo, es una realidad, y es que el pasodoble “Islas Canarias” está arrasando.

Nuestro pasodoble, de origen catalán (Su autor es Jopep María Tarridas) es la tercera pieza musical que más se interpretó en vivo durante 2007 en toda España. Datos recogidos de la Sociedad General de Autores y Editores de España (SGAE), donde sólo le precede ‘Paquito el chocolatero’ y ‘Viva el pasodoble’.

Como es habitual, aquí os dejamos la letra de este magnífico pasodoble:

Vergel de belleza sin par,
Son nuestras Islas Canarias, que hacen despierto soñar.
Jardín ideal siempre en flor,
Son tus mujeres las rosas, luz del cielo y del amor.

Islas Canarias, Islas Canarias.
Islas Canarias, Islas Canarias.

El corazón de los guanches, [Islas Canarias, Islas Canarias]
Y el murmullo de la brisa. [Islas Canarias, Islas Canarias]
El corazón de los guanches, [Islas Canarias, Islas Canarias]
Y el murmullo de la brisa. [Islas Canarias, Islas Canarias]
Suspiran todos amantes, [Islas Canarias, Islas Canarias]
Por el amor de una Isa. [Islas Canarias, Islas Canarias]

Desde la cumbre bravía,
Hasta el mar que nos abraza.
Desde la cumbre bravía,
Hasta el mar que nos abraza.

No hay tierra como la mía,
No hay tierra como la mía
Ni raza como mi raza.

¡Ay! Mis siete Islas Canarias,
Con el Pico Teide de guardián,
Son siete hermosos corazones
Que palpitan al mismo compás.
¡Mis siete Islas Canarias!

jueves, 1 de mayo de 2008

La Moda en Egipto en el año 2002a.C.

La Moda en Egipto en el año 2002a.C.
Los artistas egipcios representaban con la misma frecuencia la figura femenina que la masculina. No se aprecian grandes cambios en el ideal de belleza durante tres mil años, si acaso una mayor esbeltez en las sirvientas a partir de Reino Nuevo.

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La Moda en el año 2002 a.C.

(Texto de la conferencia impartida dentro del Curso El Milenario Egipto, convocado por la Asociación Española de Orientalistas y la Cátedra de Historia Antigua de la Universidad de Alcalá de Henares)


Relieve pared tumba de Ramose en Gurnah - Din. XVIII

EL CUERPO HUMANO
Los artistas egipcios representaban con la misma frecuencia la figura femenina que la masculina. No se aprecian grandes cambios en el ideal de belleza durante tres mil años, si acaso una mayor esbeltez en las sirvientas a partir de Reino Nuevo.

El ideal femenino consistía en un cuerpo sutil, senos pequeños, caderas estrechas y rostro delicado con grandes ojos. El ideal de hombre era el de figura delgada, hombros cuadrados y caderas estrechas. Las vestiduras, más bien simples y cilíndricas al principio de la historia, sí que evolucionaron hasta convertirse en complicadas túnicas con múltiples plisados en el Reino Nuevo. Las pinturas funerarias y las viñetas de los papiros nos muestran estos vestidos confeccionados en lino tan fino y adherente que más bien revela las formas en lugar de cubrirlas.

Por lo que las representaciones artísticas nos muestran, se diría que los egipcios habían hecho un pacto con el diablo y no envejecían, aunque en alguna ocasión podemos ver a hombres con estómagos prominentes, papadas, etc. Cuando se trata de mujeres, apenas apuntan una cintura menos esbelta, una cierta pérdida de firmeza en los senos, y leves arrugas en el rostro. Todo ello aparece compensado con una mayor riqueza de vestuario, adornos y pelucas Esto está en la mente de todos en representaciones de la XVIII Din, especialmente si pensamos en Tiy. En el caso de los hombres, sobre todo si se trata de faraones, apenas percibiremos el paso de los años en las representaciones.

LOS MATERIALES
La materia prima principal es el lino.
La lana no llegó a Egipto hasta el siglo V a.C. y se consideraba impura. Herodoto dijo que la lana estaba prohibida por la religión egipcia. La realidad es que no les hacía falta para nada. Seguramente si hubieran vivido en un lugar donde hiciera frío no la hubieran considerado impura. El uso de la lana para hacer pelucas no se ha confirmado. La traducción de una palabra dudosa como "lana" en un papiro del Reino Nuevo no es suficiente prueba. Si se llegó a usar la lana, no fue en modo alguno para vestirse.
El algodón tuvo su origen en India, siendo el primer tejido del 3.250 a.C. en Mohenjo Daru. Aparece en Egipto en el S II d.C., aunque la producción en serio se inició con los árabes en el 641.La seda no llegaría hasta el S IV y por tanto nada tiene que ver con la cultura faraónica.

HILATURA Y TEJIDO
El lino se cosechaba en distintos momentos de maduración, dependiendo del uso que se fuera a dar a sus fibras.

  • Verde para los tejidos más finos
  • Amarillo para fabricar "buenas telas"
  • Maduro para hacer cuerdas y esteras

Una vez recogido se pasaba por una especie de peine para separar las impurezas del tallo. Luego se mojaba, para separar las fibras de cualquier resto de tallo y se peinaba de nuevo. Las fibras ya estaban listas para ser torsionadas e hiladas. Se tendía a torsionar el hilo en "S", es decir, hacia la izquierda, ya que el lino al secarse tiene esa tendencia. Los husos que utilizaban para la hilatura eran de tres tipos: suspendidos, de pared y a mano

El color iba de blanco a marrón dorado pasando por toda la gama de los beige. La variación era según la madurez de la planta. Algunos linos eran deliberadamente blanqueados al sol. Las variedades eran:

- Lino real. Blanco y casi transparente.
- Lino fino. Con más hilos, más tupido, aunque aún fino.
- Tejido fino. Buena calidad, pero hilos más gruesos.
- Tejido suave. Tejido bueno y resistente, aunque con una terminación algo más ordinaria. Era el tejido de abrigarse.

La hilatura y el tejido eran artes antiquísimos en Egipto. Una vez hiladas las fibras se procedía al tejido de las telas. Se solía hacer en las casas, donde había un pequeño taller para el uso doméstico. Tejían en telares verticales y horizontales. Los telares horizontales o de suelo se usaron desde la época Badariense al Reino Medio. Los verticales se usaron desde el Reino Nuevo, sin que ésto signifique que se desterrara el telar horizontal.

Los hilos (lo que se llama "urdimbre") se mantenían separados por unos peines para que pasaran unas agujas enhebradas (lanzaderas). Después unos listones de madera ("batanes") apretaban el entretejido de los hilos para darles consistencia. El ancho de las telas oscilaba alrededor del metro o metro veinte. (Los brazos del tejedor extendidos). Este ancho configuraba a veces el largo de los vestidos. Es de destacar que los bordes longitudinales de los tejidos estaban reforzados en algo parecido a nuestra "orilla viva" para evitar que se deshilachara. Esto se conseguía reforzando al doble de hilos en la trama y urdimbre de los bordes. También tejieron dejando hebras huecas sobre la trama, es decir haciendo un rudimento de tela de "rizo" que se utilizaba como toalla.

Todos los templos tenían su propio taller de tejidos, y el de Amarna se tenía por particularmente próspero. Sorprendentemente, y pese a lo rudimentario de la hilatura y tejido, muy pocas telas egipcios presentan defectos en la fabricación.

También encontraremos cordones y chales. Los cordones eran fibras gruesas de lino fino torsionadas en S o en Z con algo parecido a borlas con flecos en los bordes. Los chales, o más bien deberíamos llamarlos fajines eran de tejido y también llevaban los bordes con flecos trenzados y se utilizaban para ceñir las ropas a la cintura, o bajo el pecho. Afirmamos esto porque es mucho más escasa la representación de esta prenda como "chal".

El llamado chal de Tutankhamon mide 1,07 m. de largo por 20 cm. de ancho. Con este ancho no deberíamos considerarlo un chal, con la acepción que le damos ahora a la palabra, aunque pudiera ser una especie de estola ritual usada en determinados ritos u ocasiones solemnes.

Hay muy pocas representaciones de estos fajines usados como chales por mujeres, solo como ceñidor para evitar que se les cayeran las faldas en los trabajos más duros, o ya en vestidos muy elaborados de la 19 Din. (Nefertari). Otros autores apuntan que estas bandas eran utilizadas por las mujeres como algo parecido a un sujetador, aunque no existen representaciones específicas de este uso, por lo que nada podemos afirmar.


Diosa Isis con vestido-funda rojo y Faraon con faldellín-delantal plisado
Pintura tumba de Horemheb - Valle de los Reyes - Din XVIII

EL TEÑIDO

Utilizaban tintes naturales:


Rojo

Alkanna tinctoria (raices)


Rubia tinctorum


Rubia peregrina


Hembra del Coccus ilicis (cochinilla)


Azul

Isatis tinctoria


Indigofera tinctoria


Amarillo

Carthanus tinctorius


Verde

Mezcla de amarillo y azul


Púrpura

Mezcla de rojo y azul


Ocre

Mezcla de rojo y amarillo


Para teñir los tejidos, saturaban la tela en un agente fijador, o mordente (cal apagada o alumbre) y luego la sumergían en el tinte hirviendo. Este proceso hacía que el teñido fuera duradero y no desapareciera con el lavado. EL proceso actual de teñido es más o menos el mismo.

No tejían mezclando hilos teñidos de diferentes colores hasta la llegada del telar vertical en el Reino Nuevo. Aún así, sólo la realeza y las representaciones de diosas llevaban vestidos que combinasen colores. En éstas pintaban o esculpían el vestido liso y luego el dibujo como superposición. Nunca estamparon las telas. De hecho no han sobrevivido tejidos teñidos, no se sabe si porque no lo enterraban en las tumbas por considerarlo demasiado costoso, y preferían seguirlo utilizando, o que quizás los tintes se desvanecieran con el paso de los siglos.

Un ajuar normal implicaría unos 20 m. de tela para un hombre y algo menos para una mujer. Por lo tanto las telas eran un material muy apreciado que servían de dote, medio de pago, o recompensa, e incluso cuando había una disputa conyugal, en ocasiones el marido era condenado a regalar a su mujer determinada cantidad de tela.


Micerinos con faldellín-delantal plisado con Isis y representacion de un nomo con vestidos-funda
Tríada de Micerinos - Din. IV - Museo de El Cairo

LAVADO, PLANCHADO Y PLISADO
El sistema de lavado era el que debió usarse hasta tiempos relativamente recientes. Es decir: se mojaba la ropa y se golpeaba con unos palos dentro del agua. La frotaban con carbonato o bicarbonato sódico para blanquearla.
El escurrido se hacía retorciendo la prenda arrollada a un poste vertical hundido en la tierra, a veces ayudados por otra madera para hacer más fuerza y retorcer la tela más fácilmente.
Se lavaban las prendas con frecuencia, sobre todo las interiores. El lavado no se hacía en casa, y en Deir-el-Medina se han encontrado listas de lavandería, en las que se relacionan las prendas que se entregaban al lavandero. En ropas de las D.XII se han encontrado marcas que las señalan como pertenecientes al templo de Mentuhotep. En estas listas se especifican las prendas, hasta las más pequeñas, como bandas, pañuelos, paños e incluso algo que ellos denominaban literalmente "bandas de las traseras" y que suponemos que eran algo parecido a compresas. Hemos dicho que había lavanderos, hombres, lo cual no deja de ser chocante. Anécdota: En la Sátira de los oficios se dice de ellos:
El lavandero lava en la orilla, con el cocodrilo como vecino. ´Padre, sal de la corriente de agua´, dicen su hijo y su hija. No es un trabajo que satisfaga...Su alimento está mezclado con la suciedad. No hay parte suya limpia, mientras se coloca a sí mismo entre las faldas de una mujer en menstruación. Llora, pasando el día en la pala y la piedra. Se le dice: ´Ropas sucias para tí´.

Como contrapunto a estos inconvenientes que el escriba expone a su hijo, el enamorado ve las cosas de otro modo en esta canción de amor:
Ojalá yo fuera el lavandero de mi amada, aunque fuera solo un mes. Disfrutaría mi trabajo de lavar las prendas que han tocado su cuerpo. Sería yo el hombre que lavase el ungüento que queda en su paño de cabeza. Trabajaría hasta la extenuación entre sus vestidos.

El plisado de los vestidos se conseguía estirando el tejido aún húmedo sobre una tabla con estrías, de las que sólo se conserva un ejemplar en el M. Británico. Al secarse la tela, quedaban marcadas las líneas. Luego, con las manos obligaban a los pliegues a quedarse en su sitio. Después cosían estas líneas para fijarlos. Luego los "planchaban" con piedras. No sabemos si por simple peso de éstas, o si las calentaban de alguna manera, o incluso al sol, para acelerar el proceso. Como los pliegues estaban cosidos, no necesitaban repetir el proceso de la tabla al lavar la prenda. Solo debían "plancharlos".

ZURCIDO
También han aparecido evidencias de que algunas prendas fueron zurcidas. Se cree que remendaban las de tejido más fino, o confección más valiosa, con bordados, o colores. El zurcido se hacía reparando los hilos de trama o urdimbre que estuvieran dañados o desaparecidos, como si se tejiera de nuevo. Para ésto empleaban agujas con hilo enhebrado como en la actualidad. Los alfileres podían se de metal, aunque los más frecuentes eran de espinas vegetales, que guardaban en alfileteros de huesos de ave huecos. También se han encontrado "dedales" de piedra para proteger de pinchazos el dedo medio.


Sennedjem y su familia. La pareja viste vestidos complejos plisados
Los niños van desnudos - Din XVIII - Deir-elMedina

LOS VESTIDOS

No ha sido tarea fácil para los egiptólogos rescatar "vestidos" propiamente dichos, ya que lo que normalmente se encuentra en los yacimientos son fragmentos de los mismos, de los que hay miles por todos los museos del mundo clasificados como "tela egipcia". Las telas encontradas tampoco aclaran demasiado si eran para anudar al cuerpo como prendas de vestir, o si eran ropa de cama. Solo el análisis de las marcas de uso o manchas puede resolver algo

Ante todo cabría decir que los vestidos que han sobrevivido físicamente pertenecían a dueños de tumbas y de ajuar funerario, es decir, a personas acomodadas, por lo que en lo que se refiere a sirvientes u obreros de cualquier tipo, debemos tomar como referencia las representaciones parietales o las esculturas. Por otro lado, la moda que se representa en las pinturas de las paredes podría llamarse "moda real" o bien "moda divina" ya que son reyes o dioses los que la lucen. Por lo tanto siempre tenemos la sensación de ver a personajes vestidos "de domingo" En cambio para las clases bajas, la moda varió muy poco entre las diferentes épocas de la historia de Egipto.

Afortunadamente han aparecido tumbas bien provistas de telas y ropas. Lo que no sabemos es cuales fueron de uso normal y cuales diseñadas solo para uso funerario como parte del ajuar.

Otro problema con el que nos encontramos para reconocer los vestidos es la idealización a la que tendían los artistas. No perdamos de vista que cuando un artista resaltaba una característica de una prenda, incluso sacrificando el aspecto que "debía" tener, era porque así lo deseaba, como por ejemplo un taparrabos o un vestido abierto. Esto no significaba que siempre estuviese abierto, sino que era una manera de mostrar como era la prenda. Es decir, su deseo era mostrar la realidad, resaltando las características importantes, sin concesiones a la perspectiva

Hay más dificultades para el estudio de la ropa en el AE, como son por ejemplo la imposibilidad de averiguar el color que tenían las prendas, ya que la mayoría han llegado extremadamente dañadas. Y a veces en las representaciones nos encontramos con dibujos lineales y esquemáticos sin policromía. La textura tampoco puede apreciarse por la representación parietal.

Podemos dividir las prendas egipcias en dos grandes grupos: Las prendas que simplemente se arrollaban al cuerpo como un pareo, y las prendas cortadas por patrón y cosidas.

En el primer grupo entrarían vestidos arcaicos, faldellines, faldas, mantos y chales.

Al segundo grupo pertenecerían los vestidos funda, las túnicas saco, las camisas y los taparrabos.

Capitulo aparte merecerían la ropa para los soldados, las pieles de felino para los sacerdotes, y las prendas usadas por las bailarinas y prostitutas. En cuanto a la ropa de niños, nada podemos decir puesto que iban desnudos hasta alcanzar la pubertad.


Ra-hotep viste faldellín simple. Nofret vestido funda con tirantes y manto arrolladio
Ra-hotep y Nofret - Din IV - Meidum

EL VESTIDO EN EL REINO ANTIGUO.

Difícilmente podemos llamar vestidos a las ropas que usaban los egipcios en el Reino Antiguo. Las mujeres simplemente arrollaban un rectángulo de tela largo hasta los tobillos que iba atado en el hombro izquierdo, al lado de la axila, dando la impresión de ser un tirante. Los hombres casi siempre aparecen con un simple faldellín, y en el caso de obreros, con el taparrabos, sin más.
Más adelante aparecieron los llamados "vestidos funda", consistentes en un cilindro estrecho que se sujetaba más por su estrechez que por el o los tirantes, que además estaban sin coser. Los vestidos que se han encontrado en las tumbas NO tenían tirantes. En las pinturas de las paredes, los tirantes dejan con frecuencia los pechos al aire, aunque en las estatuas están estratégicamente cubiertos por los tirantes. Este vestido-funda era utilizado por todas las clases sociales, reinas, sirvientes, e incluso diosas.

El asunto de los tirantes ha movido a grandes controversias, ya que al no aparecer vestidos con los tirantes cosidos, ni alfileres adecuados para sujetarlos, y ni siquiera haber un canon de utilización, esto podría llevarnos a la conclusión de que los tirantes eran unas bandas que se arrollaban al torso con el fin de sujetar el pecho, por tanto al ir bajo el pecho no necesitaban coserlos al vestido. También se ha pensado que estas bandas fueran una forma de empapar el sudor, sin que chorrease por el cuerpo.
Las diosas llevaron a lo largo de la historia estos vestidos más adornados, con dibujos, colores o bordados.

(El vestido que lleva Nofret es aparentemente un vestido funda, con dos tirantes, sobre el que se ha colocado un enorme manto que cubre todo el vestido). En algunas momias, aparecían medios-vestidos, esto es, solo superpuestos sobre los vendajes, sin parte posterior.

Por supuesto las representaciones de estos vestidos están idealizadas, y no debían sentar tan bien como podría suponerse. Era difícil que un simple rectángulo arrollado al cuerpo cayese tan recto y simétrico, y es también difícil que un vestido funda, hecho de lino, que es un material que tiende a dar de sí, ajuste en un cuerpo de forma que revele las formas de la manera que vemos en las decoraciones parietales.

Lo que en los vestidos masculinos llamaremos faldellín, cuando es usado por mujeres no tenemos más remedio que llamarle falda, y considerarla una prenda de trabajo, utilizada por la clase trabajadora. Difiere de la prenda masculina en varios aspectos: es mucho más larga, hasta la rodilla o incluso los tobillos; además el borde del rectángulo de tela que en el faldellín masculino es redondeado, en la falda femenina desaparece. La falda es un rectángulo de tejido arrollado al cuerpo en la cintura, con el pico final enganchado de la misma manera que un pareo o una toalla, al salir de la ducha. A veces una banda o fajín sujetaba la falda en su sitio. Otra diferencia es que las faldas femeninas nunca iban decoradas, ni pliegues, ni flecos, ni adornos de ningún tipo, con excepción de las bailarinas.

Muy raramente aparecen vestidos más elaborados con escote de pico en V, que a veces iban bordados con cuentas de vidrio y llevaban un cinturón.

Prácticamente no había diferencia de forma entre los vestidos de las señoras y los de las sirvientas, aunque sí debía haberla en la calidad de los tejidos. Por supuesto las señoras llevaban peluca y joyas, mientras que las sirvientas no iban adornadas. Incluso, dependiendo del trabajo que desempeñaran en la casa, vestían un simple faldellín como los hombres, que les permitía mayor libertad de movimientos.

Los mencionados vestidos de las bailarinas eran muy curiosos, consistían en una falda hasta la rodilla o el tobillo (tela arrollada al cuerpo y sujeta con una banda o fajín) y unas tiras entrecruzadas por el pecho y la espalda que acababan atándose en el pecho o en la espalda. Estos eran utilizados por las bailarinas del Reino Antiguo. Ejemplos de este tipo de traje se han encontrado en Sakkara, en las mastabas de Ti y de la princesa Idut

(También las bailarinas del Reino Nuevo utilizaron vestidos con bandas, aunque el entrecruzado era mucho más sencillo.) El entrecruzado podría proporcionar una mayor sujeción del pecho a las bailarinas, y es posible que se usaran estas bandas de modo general como sujetador.

Por otra parte, desde el Reino Antiguo aparecen los llamados vestidos red, consistentes en una red hecha de cilindros de pasta de vidrio engarzados formando rombos y otros dibujos. Dos tirantes sujetaban estos vestidos cilíndricos, que llevaban una especie de placas metálicas (bronce) o de terracota para ocultar la parte más comprometida de los senos femeninos.

Pruebas hechas con vestidos de este tipo que han llegado a nuestros días demuestran que estaban pensados para chicas muy jóvenes, unos doce o trece años. Los bordes de estos vestidos estaban formados por unos "flecos" hechos con conchas en las que introducían piedrecitas o bolitas de barro para que pesaran, y que sonaran al moverse. Los egipcios gustaban de admirar el cuerpo femenino semicubierto, casi más que totalmente desnudo. El sonido de las bolitas tenía además un efecto erotizante. Estos vestidos cuando eran utilizados por señoras respetables iban superpuestos a un vestido-funda, mientras que las prostitutas o bailarinas los utilizarían sin nada debajo. En el papiro Westcar aparece el conocido relato del rey Snefru y las chicas vestidas de red que remaban para él.

Los hombres también se enrollaban en rectángulos de tela como las mujeres, con algunas diferencias, ellos lo ataban en el hombro, como vemos en la paleta de Narmer, o de modo algo más complicado de manera que parecían tener una manga solo.


Trabajadores agrícolas con diversos tipos de faldellín y mujeres con vestidos-funda

No obstante la prenda masculina por excelencia a lo largo de toda la historia de Egipto fue el faldellín. Era esta una prenda consistente en un rectángulo de tela que llegaba a la rodilla y que se arrollaban al cuerpo igual que hoy en día hacemos con una toalla.

A veces aparecen con los picos delanteros redondeados, dejando ver una especie de delantal que llevaban debajo cubriendo el taparrabos. Estos delantales en caso de personajes de la realeza podían estar bordados, plisados o con flecos o cenefas. El delantal básico sería una pieza de tela rectangular o trapezoidal que se ataba con cintas a la espalda. El faldellín/delantal era prenda de uso exclusivamente masculino.

El faldellín podía sujetarse a la cintura con bandas o fajines cuyos extremos se dejaban colgar por delante de la zona genital. Hay autores que sostienen que el faldellín/delantal era una sola prenda, pero hoy en día esa tendencia está obsoleta. Para que un rectángulo de tela presentase el aspecto de faldellín-delantal, el modo de atarlo debía resultar difícil y poco práctico.

La ropa interior no varió a lo largo de toda la historia de Egipto, y era igual para hombres y mujeres. Se trataba de una especie de pico-pañal triangular con cintas. Estaba formado por dos piezas triangulares unidas por una costura simple en el centro y dobladillo en los laterales.

Se colocaba como un pañal de bebé, metiendo el pico del triángulo entre las piernas y atándolo con las cintas desde detrás.

A veces, en lugar de taparrabos, o encima de él pasaban una banda entre las piernas sujetando los bordes con otra banda que ataban a la cintura. Al dejar colgar los bordes por delante hacía el efecto delantal.

En cualquier caso tampoco se puede asegurar que el faldellín-delantal fueran dos piezas, ya que haría falta encontrar algún trozo lo suficientemente grande como para poder analizar marcas de uso, manchas, arrugas, etc.

Hay otro tipo de vestiduras de las cuales se conservan algunos ejemplos. En este caso son ropas "cosidas" y se trata de los famosos vestidos de Deshasha (Din V) y de la camisa de Tarkhan (Din.I). Todas estas prendas están hechas del mismo modo: montadas sobre un faldón y la parte de arriba en canesú rudimentario de dos piezas y manga larga. Las túnicas de Deshasha son largas y podrían servir para un adolescente, mientras que la camisa es corta y de tamaño adulto.

Hay también otra camisa plisada, pero con el mismo corte, de la VI Din. Esta no parece una prenda muy cómoda, ya que tiene aspecto de ser muy pesada. También había vestidos largos plisados en sentido horizontal. Esto debió ser una moda pasajera, ya que el propio peso de la tela desplisaría el tejido y el vestido quedaría demasiado largo. Esta moda debió perdurar por poco práctica y poco estética.


Reina Kawit con vestido-funda con un tirante
Relieve sarcófago Kawit - Din XII - Deir el-Bahari

EL VESTIDO EN EL REINO MEDIO

Los vestidos femeninos seguían la misma "moda". Es decir un rectángulo arrollado al menos una vez y media en torno al cuerpo, y sujeto a un hombro.

Ahora, ya elaboraban un poco más los vestidos y curvaban los extremos que debían ser atados en una especie de rabos o rudimento de tirante para atarse a la espalda. Ésto era un intento de facilitar la sujeción sin tener que obligar a la tela a arrugarse bajo el brazo, con la consiguiente incomodidad.. Estos vestidos eran fundamentalmente utilizados por las sirvientas. A veces llevaban como adorno una sobrefalda de cuentas que variaba en longitud y tamaño.

Los vestidos funda seguían siendo utilizados. En las representaciones vemos que es más un deseo del artista que una verdadera forma de vestirse, ya que una prenda tan ajustada debía ser incómoda de poner, y no digamos de quitar o moverse con ella, teniendo en cuenta las temperaturas de Egipto. No podemos olvidar que el lino no es un tejido que ceda ni se acople, por tanto cuado vemos a una dama vestida así arrodillada Y SIN UNA SOLA ARRUGA no nos cabe duda sobre la idealización.

En el Reino Medio comenzaron a utilizarse los plisados para la realeza y los colores para las sirvientas y obreras.

Los hombres seguían utilizando faldellín, aunque durante el IM eran algo más altos de cintura, y solían cubrir el ombligo. También eran más largos. En la moda también se traslucía algo de la melancolía del Reino Medio. Aunque en esta época florecieron artes como la Literatura, la sociedad en general era algo menos festiva, y esto se traduce en una moda algo más recatada, e incluso una cierta blandura de facciones en las estatuas.

Durante el Reino Medio aparecieron las llamadas túnicas-saco, o camisas. Pero no sobrevivió ninguna de aquella época, y las que conocemos son del Reino Nuevo


Pareja tebana luciendo vestidos complejos
Pintura tumba del visir Nakht - Din XVIII - Gurnah

ELVESTIDO EN EL REINO NUEVO

A partir del Reino Nuevo ya no se vuelve a ver el vestido arcaico, es decir el simplemente arrollado al cuerpo, aunque se siguen envolviendo en una tela de manera más o menos artística. Las telas eran más ricas y muchas veces plisadas, sobre todo para las clases altas.

Comenzaron a idear nuevas y complicadas formas de anudar en torno a su cuerpo grandes cantidades de tela, consiguiendo unos resultados realmente sorprendentes, como podemos ver en los fastuosos vestidos de Nefertari, o los de época amárnica

Unas veces arrollaban la tela dejando un pecho al aire. Otras veces cubrían ambos, dando la impresión de llevar una especie de chal por encima, pero algunos dibujos nos enseñan cómo se podía conseguir tan magnífico resultado. Aunque los rectángulos de tela debían se cada vez mayores para dar todas las vueltas necesarias. Y también las telas más finas para no abultar demasiado.

Se cree que después del complicado entrecruzado de tela iban atados delante, pero quizás esa es solo la impresión de las representaciones, ya que las diosas y las reinas realzaban estos modelos con fajines o, llamémosle, cinturones, aunque ahora éstos eran bordados, o de colores y tenían flecos trenzados para evitar que se deshilacharan.

Los vestidos funda seguían utilizándose, aunque cada vez eran más nítidos, o quizas, los artistas más esmerados. Vemos Además que ya tenían dibujos y colores, incluso para las sirvientas.


Jóvenes tebanas con vestidos arrollados al cuerpo y manchados por el perfume
Pintura tumba de Nebamun - M. Británico

Cuando vemos un color amarillento en los vestidos blancos de las fiestas tebanas, es, al parecer, las manchas de grasa de los conos de perfume, que iban impregnando las telas.

También las franjas grises verticales que aparecen en los vestidos de las plañideras, no son ningún color añadido, sino las manchas de la ceniza que se arrojaban por encima para demostrar su dolor.

La moda masculina también varió, y en el Reino Nuevo los faraones y nobles se hacen representar con vestiduras más complicadas. A menudo llevan una falda larga hasta los pies, aunque de tela transparente a través de la cual vemos el faldellín corto.


Pareja de nobles ataviados con túnicas-saco
El hombre lleva encima un faldellín largo

También en esta época aparecieron las llamadas "Túnicas-Saco". Estas prendas eran utilizadas igualmente por hombres, mujeres y a veces niños. En algunos textos las llaman dalmáticas, por la semejanza que tienen con la vestidura sacerdotal actual. Se trata de un rectángulo de tela doblado a la mitad, con un agujero en forma de ojo de cerradura para el cuello, y cosida a los lados, pero dejando un espacio sin coser para los brazos de unos 30 cm. Las había con y sin mangas

Normalmente eran simples, pero las había bordadas y con adornos de tapicería o flecos (Tutankhamon). También solían intercalar hilos de otros colores en el tejido La abertura del cuello se cerraba con cordones. A veces se las ceñían con cordones o fajines de colores, bordados o con flecos para ir más cómodos y evitar el antiestético aspecto de murciélago

Las había largas y cortas. Las largas iban desde los hombros a las rodillas, o más frecuentemente a los tobillos. Eran utilizadas por todos. Las cortas, que iban desde los hombros a las caderas eran de uso masculino. Ambas modalidades podían utilizarse solas, o sobre otras prendas, ya que su función primordial era la de abrigar en épocas frías, mas que la de adornar o demostrar status social.

Estas prendas comenzaron a verse en el Reino Medio, pero las que han sobrevivido pertenecen al Reino Nuevo. Por ejemplo en la tumba del arquitecto Kha aparecieron 16 de estas túnicas de material fino y una de material grueso, que hemos dado en denominar "de invierno". Tutankhamon tenía 12 túnicas-saco, algunas bordadas para uso ceremonial. Otras se encontraron en la aldea de los trabajadores de Amarna


Sacerdotes con diferentes vestiduras y cabezas rapadas
Cortejo Fiesta Opet

No olvidaremos las vestiduras de los sacerdotes. Los sacerdotes utilizaron las mismas vestiduras que la gente ordinaria, y no debieron variar gran cosa a lo largo de la historia. Sus vestiduras siempre debían ser de lino de la mejor calidad, casi transparente, y estar recién lavadas. Podían utilizar faldellín, vestido arcaico, o también los llamados túnica saco. Pero solo gracias a los demás símbolos de los vestidos podemos saber si un personaje era sacerdote o no, ya que solían llevar unos pectorales especiales, llevar unos báculos muy característicos, o bien ir peinados con un mechón lateral. También los adornos del delantal del faldellín, habitualmente adornado con una cabeza de guepardo nos informan de que el personaje pertenece al clero

Para determinados ritos, o fiestas funerarias. los sacerdotes Sem y Iunmutef llevaban pieles de felino sobre sus túnicas. EL Sem la llevaba simplemente superpuesta, mientras que el Iun-Mwt-ef solía agarrar la pata trasera de la piel del felino

Tanto sacerdotes, como sacerdotisas utilizaron estas pieles, aunque las mujeres arrollaban la piel al cuerpo como un vestido y no como una capa.

VESTIDO EN EPOCAS POSTERIORES

Las representaciones de vestiduras en época ptolemaica y tardía nos muestran una vestidura que es una copia de las anteriores, aunque nos cabe la duda de que esto pudiera ser solo de "cara a la galeria" para las representaciones murales.

Lo cierto es que los faraones y reinas de esta época se hacían representar en las paredes y estatuas como egipcios clásicos. Pero a veces parecían estar disfrazados de algo que ya no era su modo habitual de vestir. A pesar de que hemos visto tantas veces representada a la famosa Cleopatra VII como ejemplo de la mujer egipcia, la verdad es que el atuendo habitual de Cleopatra debía ser más bien como dictaba la moda griega, es decir con clámide. Y solo para hacerse representar en los monumentos debió usar prendas egipcias.

No obstante tenemos magníficos ejemplos de vestidos de época tardía como el que luce la reina Karomama.

VESTIDURAS ESPECIALES

Además de los vestidos utilizados por todo el mundo, había otras prendas que también hemos de reflejar aquí. Se trata de los corseletes o cotas de malla que usaban los faraones en combate. Todos hemos visto en los museos alguno de estos corseletes hechos de pequeñas placas metálicas colocadas como escamas de pescado. Eran la prenda que los faraones o los militares de alto rango utilizaban para las batallas. Es frecuente ver a los faraones de pie en sus carros luciendo una de estas cotas de malla en las representaciones murales de las batallas. Esta prenda se ve sobre todo en el Reino Nuevo. Entre los hallazgos de la tumba de Tutankhamon hay un ejemplar bastante bien conservado de uno de estos corseletes.

También una vestidura especial podemos considerar a los taparrabos de cuero que utilizaban los soldados. Los soldados llevaban como ropa interior el clásico taparrabos triangular utilizado por todo el mundo, pero encima del pico de tela llevaban una curiosa prenda de cuero, mejor dicho de tiras de cuero. Estas prendas no se metían entre las piernas, sino se superponían por la parte trasera sobre los glúteos y riñones y se ataba delante, aunque también los hay que se ataban a ambos muslos. Tenían, por lo tanto una forma algo curiosa. Más o menos rectangular con tiras en los cuatro ángulos.

Estaban hechos de una pieza de cuero con incisiones que hacían que al estirarse quedaran como una red, o como un trenzado. Estas prendas debían ser para preservar los tejidos en las batallas y para protección del cuerpo al sentarse en el suelo. Sólo lo usaron los soldados y algunos trabajadores de oficios especialmente duros.


Isis y Neftys con vestidos-funda y ricos ceñidores
Pintura tumba de Nefertari. Din XIX - Valle de las Reians

CHALES, BANDAS Y MANTOS

Tenemos que distinguir muy bien lo que es un chal y lo que es una banda ornamental. En el AE si que hubo chales, pero no todo lo que llaman chales lo son. Es producto de una traducción poco cuidadosa del inglés donde el término se presta a confusión. Llamamos chales a las piezas de tela rectangulares y de la anchura necesaria para poder ser usada como abrigo sobre los hombros, o bien envolviendo glúteos y caderas con fines ornamentales o ceñidores. El ejemplo más claro de chal que todos tenemos en la mente es el que llevaba la imagen del dios Anubis en la tumba de Tutankhamon. Estos chales podían ser lisos, o bien plisados. Normalmente se colocaban sobre los hombros y se ataban delante bajo el pecho. Eran prendas utilizadas igualmente por hombres y por mujeres.

En cuanto a las bandas, o fajines jugaron un importante papel en la moda egipcia. Se trataba de unas tiras de tela de un ancho máximo de 20 cm. Aunque muy largas. En el Museo de Leiden hay un ejemplar que tiene 3 m. de largo. Estas tiras de tela tenían la función de sujetar las faldas y faldellines, o bien se usaban como ceñidores en los vestidos complejos o sobre las túnicas-saco.

La clase trabajadora utilizaba cualquier trozo de tela disponible para ceñír sus vestiduras, incluso a veces ataban estas bandas en la espalda con el fin de que los extremos no les incomodasen en sus trabajos. Esto en cuanto al uso práctico de bandas.

Ahora bien, también había fajines más ricos, adornados con flecos, con bordados, de colores, que tenían una función más especifica. Además de sujetar las ropas, eran un adorno. Pensemos si no en los ceñidores que luce la reina Nefertari en sus atuendos. O en el artístico modo de anudarlo hasta tres veces que podemos ver en las ropas del principe Amonhirkhopeshef.


Sirvientas con faldas sujetas con bandas ceñidoras y paño de cabeza

Estos fajines más elaborados tenían dobladillo en uno de los lados largos, y en el otro la orilla viva del tejido.

Las bandas, como ya hemos dicho podían constituir el precursor del sujetador femenino, como vemos en los vestidos de las bailarinas.

Y pasemos a los mantos. Les llamamos mantos para no confundirnos con las túnicas, que sí llevarían algo de confección. Los mantos eran simples piezas cuadradas o rectangulares, normalmente largas hasta los pies, que tenían la función de abrigar. No llegamos muy bien a saber si esto eran prendas de vestir, o si eran ropa de cama utilizada para abrigar. El hecho cierto es que suponemos que en épocas frías se abrigaban con uno de estos mantos, que solían anudar en un hombro. La diferencia en la forma de usar los mantos parece ser que estriba solamente en la postura de la figura representada. Mientras que si esta sentado lo lleva solo superpuesto y cruzado por delante del pecho, si la figura está de pie con conduciendo un carro, lo lleva anudado en un hombro, o bien volando detrás de la espalda como si fuera una capa. Estos mantos se utilizaron desde el Reino Antiguo, y sobre todo los faraones lo usan en los rituales de la fiesta sed, en los que aparecen totalmente envueltos en pesados mantos.

SANDALIAS

El calzado, en cambio, fue un aspecto del vestuario al que apenas se dio importancia, más que en ceremonias rituales. Los reyes y nobles usaban sandalias, aunque el pueblo llano iba descalzo. Es frecuente ver representados a dignatarios egipcios descalzos, con un sirviente detrás portando sus sandalias. Solamente las usaban en los actos oficiales, ya que eran prueba de posición social. Estaba mal visto llevar las sandalias puestas ante un superior.

Las sandalias estaban formadas por una simple suela de fibra de papiro o cuero trenzado y una tira que pasaba entre el dedo pulgar y el segundo del pie hasta una especie de pulsera en el empeine. A veces tenían la punta levantada.

Se hicieron sandalias de oro para los faraones, pero no parece probable que pudieran calzarse con ellas. También tradicionalmente, en las sandalias más rituales, solían pintar a algún enemigo de Egipto, un Nubio o un asiático, con las manos atadas a la espalda, o bien representar a los Nueve Arcos, los nueve enemigos ancestrales de Egipto. Esto era un modo muy gráfico de demostrar que el faraón "pisaba" a sus enemigos.

En el Período Tardío se ataban a los tobillos de modo más parecido a las caligae romanas

TOCADOS

Hemos escogido deliberadamente el término tocado para designar los complementos que los egipcios utilizaban en la cabeza. Este término evita la confusión con coronas, diademas y otros objetos de uso simbólico que solo fueron utilizados por la realeza o el clero. Dividiremos los tocados en Gorros y Paños de Cabeza


Tutankhamon como dios Ptah con gorro pegado al cráneo
Tesoro de Tutankhamon - Din. XVIII - Museo de El Cairo

GORROS
Genéricamente denominaremos gorros a las prendas sin ningún tipo de borde o ala. La prenda a la que nos estamos refiriendo sería la que cubre la mayor parte de la cabeza, y no a la que cubre solo la parte trasera o de la coronilla, como puedan ser los solideos usados por los hebreos o los sacerdotes cristianos. Más bien estaríamos hablando de un gorro parecido a lo que se lleva para el frío.

Muy pocos ejemplos de estos gorros han llegado a nuestros días, en parte porque no queda totalmente claro que sean gorros y no se los consideraba tales. Por ejemplo, entre las cosas de Tutankhamon se encontraron algunos objetos catalogados como "gorros", aunque resulta incierto si lo eran o no. También se encontró un solideo de cuentas que apareció en una caja con la inscripción ·especialmente fabricado para la cabeza del rey". Hay una intrigante descripcion de Carter acerca de este solideo.

"Debajo del paño de cabeza real había sucesivas capas de vendas cubriendo un solideo de lino real, que se ajustaba perfectamente al cráneo rasurado del rey, y estaba bordado con un elaborado dibujo de ureos en diminutas cuentas de oro y fayenza. El gorro se mantenía en su lugar gracias a una banda de oro a la altura de las sienes....Cada ureus del dibujo muestra en su centro el cartucho de Aton. La tela del gorro desgraciadamente estaba muy carbonizada y deteriorada, pero el diseño de cuentas no había sufrido tanto y estaba prácticamente perfecto, ya que estaba adherido al cráneo del rey".
Es decir, además de que han llegado a nosotros muy pocos ejemplos de estos gorros, no siempre se los reconoció como tales, y especialmente los de pedrerías han sido frecuentemente catalogados como "Bolsas de Cuentas". Por lo tanto los unicos que han llegado a nosotros son los de la realeza, y esto nos ilustra poco sobre el uso o fabricación de los gorros para la clase trabajadora.

Siempre se encuentran dificultades para saber si un determinado personaje lleva o no gorro, o si lleva peluca o es su verdadero cabello, ya que los dibujos son muy lineales y esquemáticos. Los gorros en particular se ajustan tanto al cráneo que solo si asoma algún mechón de pelo podemos asegurar que es gorro y no el cráneo rasurado. Aunque en muchas escenas de vida cotidiana, vemos a personajes con el cráneo amarillo. En estos casos es improbable que sea el pelo, ya que no era nada frecuente que hubiera personas rubias en el Valle del Nilo. Deducimos, por tanto que este cráneo amarillo no era más que uno de estos gorros.


Hombre preparando cerveza
Reino Antiguo

Según algunas representaciones cabría deducir que el uso de gorros estaba muy extendido entre las clases bajas, y que lo utilizaban para proteger sus pelucas del polvo o la suciedad, o su cráneo rasurado del sol.


Trabajadores aventando el trigo con las cabezas cubiertas con paños

PAÑOS DE CABEZA
Por paño de cabeza conocemos la prenda consistente en un trozo de tela que cubría parcial o totalmente la cabeza. En general estaban confeccionados con un simple trozo de tela, con los bordes redondeados, pero no cosido en ninguna forma específica.

En 1909 Davies presentó tres de estos paños al Museo Metropolitano de Nueva York procedentes de una tumba del Valle de los Reyes. Dichos paños se hallaron fuera de una tumba, que entonces se sospechaba que pudiera ser la de Tutankhamon. Dos de ellos eran blancos y el otro estaba teñido de azul y era de tejido más grueso. Según Winlock el azul sería para ser usado sobre alguna peluca. Más tarde Carter los calificó de delantales.

Según Winlock, los paños median de 40 a 52 cm de largo por una anchura que oscilaba entre 53 y 68 cm. cortados en forma semicircular. Una franja de 90 cm., para la frente y atar en la parte trasera de la cabeza. El menor era el azul.

Estaban hechos de lino muy fino (los blancos 30 x 60 hilos por cm. Y el azul de treinta y cinco por setenta y cinco hilos por cm2.

De estos paños de cabeza habia diversos tipos. Los más largos, incluso plisados, o rayados usados por la realeza, otros más ajustados y pequeños usados por los trabajadores, y luego la simple pieza cuadrada atada con algún cordón, usada por personas que trabajaban en lugares sucios o polvorientos (se les llamaba el paño de los aventadores).


Otro ejemplo de aventadores con su paño de cabeza

Si exceptuamos los elementos de uso ritual, podemos decir que no existían tocados, o gorros propiamente dichos entre los egipcios, sino que simplemente quien necesitaba cubrirse la cabeza para evitar calor o suciedad, lo hacía con cualquier tela disponible

Simplemente se lo ponían sobre el pelo, y lo sujetaban con una banda atada por detrás. También tendría el uso de sujetar el pelo, para que no cayera a la cara, y que al preparar comidas cayeran pelos en los alimentos.

También había paños más grandes que se ponían sobre la cabeza, cubriendo la frente y poniendo el exceso de material por detrás de las orejas. Estos pañuelos también se usaban a veces atados de alguna manera en la nuca, un poco al modo de los piratas para trabajos fatigosos, o en el caso de plañideras.

Estos dos modos de colocarse el paño seguramente son el equivalente a los tocados que en el entorno real conocemos como nemes o afnet. Naturalmente en las vestiduras reales, los paños de cabeza están hechos de materiales más ricos.

En conclusión, podemos asegurar que el uso de prendas de tela en la cabeza estaba muy generalizado entre los egipcios de todas las clases sociales.

PELUCAS
El complemento ideal para los vestidos de las mujeres egipcias, venía constituido por las pelucas, de las cuales había infinidad de estilos y modelos. Casi siempre estaban basadas en trenzados. Quizás las trenzas tuvieran un significado religioso, ya que en el mito de Osiris, la reina de Babilonia enseñó a Isis cómo hacer las trenzas.

Las modas en el peinado sufrieron variaciones en las diferentes épocas. Las diademas, pasadores, cilindros, anillas, rosetas, ureos, etc. formarían parte de otra lección dedicada a joyas.

PEINADOS NATURALES

Casi todas las egipcias tenían el pelo más o menos largo, sin distinción de clases sociales. Llevaban las pelucas sobre su pelo. Durante la época amárnica sí hay constancia de que la famila real iba totalmente rasurada. Es probable que en las demás épocas también lo fueran, aunque no tenemos una constancia tan firme.

Las sirvientas, o trabajadoras no llevaban habitualmente peluca, al menos no están representadas con ella. Algunas sirvientas llevaban el pelo al estilo "paje", con media melena, raya en medio y flequillo, con una trenza o cinta sujetándolo. Estas eran las sirvientas encargadas de los trabajos duros: hacer el pan, moler el grano, fabricar la cerveza, etc.

Las jovencísimas doncellas nubias que atendían a las damas en los banquetes, solían ir rasuradas, o con algún mechón de pelo sobre el cráneo.

Las niñas, al igual que los chicos, conservaban el llamado mechón de juventud hasta la pubertad, aunque las niñas no siempre iban rasuradas, sino que llevaban el pelo corto, a excepción del mechón que caía lateralmente, y que trenzaban sujetándolo con pasadores y adornos. Probablemente ésto sólo se dio entre la clase alta, y los niños y niñas de las clases bajas iban rasurados totalmente.

Las bailarinas mantenían el corte al estilo "paje", pero dejando un larguísimo mechón en lo alto de la coronilla con el fin de trenzarlo y sujetar al extremo de esta trenza un disco de algún material rígido. Este disco hacía de peso para mantener la trenza vertical, y para marcar el ritmo del baile haciéndolo oscilar al tiempo.


Mujer con peluca tripartita
Esposa de Ramsés II - Museo de el Cairo

PELUCAS TRIPARTITAS Y CUADRADAS
La clase acomodada y la realeza desde el IA utilizaban pelucas de pelo muy abundante, que podían ser largas o cortas. Las largas se dividían en tres particiones, dos laterales y una más gruesa que caía en la espalda.

Las cuadradas no llegaban a tocar los hombros, y se peinaban con raya en medio. No parecía importar que el pelo natural apareciera por debajo de la diadema, casi encima de las cejas, como es el caso del peinado de Nofret.

PELUCAS COMPLEJAS
Las pelucas llegaron a su momento de mayor sofisticación en el Reino Nuevo, con intrincados trenzados, y diferentes capas de pelo. Cada mechón acababa en un tirabuzón, o llevaba algún adorno.

Las había de pelo muy largo y abundante, y también de aspecto más bien redondo, con diferentes capas de pelo, llamadas nubias. Fueron utilizadas más bien por los hombres de la XVIII, pero también algunas mujeres, especialmente autoritarias, las usaron, como es el caso de Hatshepsut y Tiy.

CONFECCIÓN Y CUIDADO
Las pelucas, como tantas cosas, fueron idealizadas por los artistas en su afán de simetría, ya que los pocos ejemplares que han llegado a nuestros días no son tan nítidas ni elegantes como aparecen en las representaciones, además de estar muy manchadas por la grasa de los conos de perfume. Estaban hechas de pelo natural, a veces sobre un soporte almohadillado de fibras vegetales.

La famosa peluca rubia rizada del Museo Británico está hecha sobre un entramado de trencitas (unas trescientas, de 400 cabellos cada una) que deja aperturas romboidales por las que se pasan los mechones rizados de la coronilla. Se fija mediante una mezcla de cera y resina cuya temperatura de licuación serían los 60º C. Es, por tanto, poco probable que se derritiera ni en los peores días de calor.

Las damas acaudaladas tenían sirvientas que cuidaban sus pelucas y en diversos ajuares, hemos encontrado cajas con soporte para guardar las pelucas.

RESUMEN FINAL
De todo cuanto hemos visto se desprende que en el Antiguo Egipto las gentes del pueblo llano no dedicaron especial atención a su atuendo y se vistieron siempre más o menos igual. Esto no era así para las clases más elevadas y por supuesto, la realeza, donde sí vemos vestidos extremadamente complejos y cuidados. Aunque también hemos de decir que los artistas se ganaban el sueldo, ya que representaban a sus señores de modo espléndido. No dudamos que las egipcias tuvieran una figura envidiable, aunque no todas tendrían el cuerpo juvenil que nos muestran. Tampoco dudamos que los vestidos les sentaran bien, pero no tanto. Y en cuanto a las pelucas, los ejemplos que han llegado a nuestros días nos muestran que no eran tan simétricas como aparecen en las representaciones. En cualquier caso, los vestidos de la realeza, con todos los adornos, pectorales, coronas, etc debían resultar fastuosos.

Si tenemos en cuenta que ellos se hacían representar en monumentos para la eternidad, como son las paredes de sus tumbas, o los relieves de los templos, resulta del todo justificable que quisieran aparecer favorecidos, y en pleno esplendor. Si les he de ser sincera, yo en su caso habría hecho lo mismo.


Personajes con diversos tipos de indumentaria cazando en los pantanos
Pintura de la tumba del visir Nakht - Din XVIII - Gurnah

Rosa Pujol
rosapujol@eresmas.com
Coordinadora de la Sección el Rincón del Escriba de AE
Madrid, Abril 2001

Articulo publicado con autorizacion de Amigos de la Egiptología © Copyright 2000 - Reservados todos los derechos



Las 7 Maravillas del Mundo Antiguo

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Conoce las 7 Maravillas del mundo antiguo estas fueron las cosas señaladas hace mucho tiempo como las obras humanas más maravillosas

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A la gente suele gustarle guardar una lista de los records que se baten. Se quiere saber quién corrió más rápidamente cien metros, quién alcanzó mayor altura y velocidad en un avión, quien construyó el rascacielos más alto o el puente colgante más largo. Del mismo modo, a veces se hacen listas de las cosas más extraordinarias del mundo, y generalmente se intenta señalar siete de ellas, quizá porque se tiende a considerar a ese número como "mágico".

En la antigüedad se hizo exactamente lo mismo y aunque no todos coincidían en las listas de las siete cosas más maravillosas, hubo una que fue la más famosa y que ha llegado hasta nuestros días y es la del poeta Antipater de Sidón, redactada unos 150 años antes de C. Fue él quien inició la designación de las siete maravillas del mundo, y su propia lista ha permanecido clásica desde entonces.

Desde luego, al hablar de "maravillas" se refería exclusivamente a obras debidas al ingenio humano y no a bellezas naturales, lo cual no significa que los hombres de la antigüedad no supieran apreciar el trabajo de la Naturaleza.

Esas Siete Maravillas del Mundo eran:

  1. Las pirámides de Egipto
  2. Los jardines colgantes de Babilonia
  3. La estatua de Júpiter en Olimpia
  4. El templo de Diana en Efeso
  5. El Mausoleo de Halicarnaso
  6. El Coloso de Rodas
  7. El Faro de Alejandría

Todas ellas eran, ciertamente, maravillas forjadas por la mano del hombre en la antigüedad.
Enseguida se dará una breve reseña de cada una de estas Maravillas, con su descripción y gráfico, por supuesto que muchas de ellas ya desaparecieron de la faz de la tierra, por lo tanto intentaremos mostrar (haciendo suposiciones en base a los antiguos escritos) la imagen lo más parecida a las descripciones, a los relatos e incluso a algunos dibujos, pinturas, etc. de gente que ha dedicado su vida al estudio de estos fenómenos creados por la mano del hombre antiguo.


Monumentos de arte e ingeniería cuyas piedras aún se alzan inmutables en el valle del Nilo.

Hay unas 75 pirámides y la más famosa es la que Khufu (Kheops) hizo construir para sí y para su reina.

Se dice fueron construidos 600 años A.C. Por el famoso Nabucodonosor, para complacer a la reina, su esposa, que añoraba el país montañoso del que procedía y vivía en la llanura de Babilonia.

Nabucodonosor construyó, sobre el techo de su inmenso palacio, algunas "montañas" para ella, terrazas sobre terrazas de jardines, que se elevaban noventa metros y lucían plenas de flores y plantas.


Fue obra de Fidias y su fecha puede colocarse alrededor del 450 A.C. Fidias fue no sólo el más grande escultor griego, también, a juicio de muchos, el más grande del mundo. La estatua se alzaba en Olimpia y era una magnífica creación de marfil y oro.

Fue el santuario griego más importante y hermoso de Asia Menor, y estaba lleno de obras de arte escultural.


Era un gran sepulcro construido en Asia Menor, hacia el 350 A.C.
Lo erigió la reina Artemisa como tumba para su esposo, cuyo nombre era Mausolo. Tenía 42 metros de altura.

Era una de esas gigantescas estatuas de la antigüedad, de las cuales se deriva nuestra palabra "colosal". Era una gran figura de Apolo, dios del sol, hecha de bronce. Su altura era de más de 31 metros. Fue construido en el 280 antes de C.

Estaba en la isla de Faros, a la que debe su nombre.

Su nombre espués ha servido para designar a todas las torres luminosas encargadas de proteger la navegación marítima o aérea, en los países latinos.

Tenía una altura de casi 180 metros.

Estas son las célebres Siete Maravillas de la Antigüedad. Y realmente lo fueron, sobre todo si se piensa que el hombre las construyó casi exclusivamente a mano, sin la ayuda de la poderosa maquinaria con que hoy se construyen las maravillas de nuestra época.